El Rincón de Los Vencidos

Nuestro Rincón, Nuestra Historia

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Éste es el título de mi primera novela. Como dijo Luis Landero: “Toda novela es la sombra de otra, perfecta y arquetípica, que el escritor ha vislumbrado en sus ensueños”.

Es una novela ambientada en una universidad, donde dos amantes sufren las desventuras del amor. La universidad es más que estudiar, y ellos aprenderán esa lección. Más información aquí.



Un Sueño Cumplido. Desde El Rincón a Ti.

Ese fue mi primer libro, que salió a la venta en diciembre de 2009. Si quieres adquirir un ejemplar, pincha aquí. Gracias

30 de noviembre de 2010

Miradas Cómplices - I

Miró el reloj eran las seis y veinte. La conferencia empezaba a las siete, y él vivía cerca de la universidad, a menos de diez minutos: tenía todo el tiempo del mundo; aún así decidió salir en aquel momento. Había estado estudiando desde las tres y media, ya estaba cansado: era abril y los exámenes finales aún quedaban muy lejos. Por eso cuando días atrás en los pasillos de su facultad vio que había una conferencia y estaba el nombre de ella no lo dudó ni un segundo y lo apuntó todo: necesitaba verla.

Estaba nervioso, tenía miedo, sudaba más de lo normal y su mente sólo se hacía preguntas que no podía responderse: “¿La vería a ella realmente? Y si era así, ¿Qué haría cuando lo hiciera? ¿Le diría él algo? ¿O se lo diría ella? ¿O ni siquiera le reconocería?”. Ella era su amor platónico desde la primera vez que la vio y hablaron, por casualidad, en los pasillos de aquella facultad. Ella había sido contratada como profesora adjunta al Departamento de Estudios Árabes hacía un par de años y cuando llegó estaba perdida. Le preguntó cómo llegar a la zona de los departamentos, y él amablemente se ofreció a acompañarla. Por el camino ella le contó algo sobre su trabajo en la facultad, pero no les dio tiempo a hablar mucho: el camino era corto.

Su amor era platónico porque nunca intentó pasar más allá de simples conversaciones entre los dos por miedo a lo que dirían los demás, aunque por dentro su corazón se consumía por no besarla. Él imaginó que ella sería diez o doce años mayor y eso sería crítica por parte de sus compañeros de clase: además, posiblemente ella ya tuviera su vida resuelta y no estaría dispuesta a perderla por un chaval de veintipocos años.

Cuando llegó a la facultad no había demasiada gente. Era normal aún faltaba media hora para la conferencia y de todas formas no habría mucha gente, era por la tarde: la mayoría de los alumnos estarían en clase o serían de turno de mañana y no tenían por qué ir a aquella conferencia. Gracias a eso pudo sentarse cerca de la tarima. Sería un buen lugar para que ella se fijase en él, para que lo mirase, y quizás volver a hablarle tras tanto tiempo y tras aquella conversación que podría decirse no fue de las que marcaron época. Claro eso siempre que se acordase de él, algo difícil: había pasado demasiado tiempo, medio año sin volver a verse desde aquella vez.

Inmerso en aquellos pensamientos no pudo notar que la sala se había llenado de gente, en contra de sus perspectivas. Y ella había pasado por su lado sin que ninguno de los dos se percatara de la existencia del otro, o no quisiera admitir que estaba allí el otro.

El balbuceo de la gente llegó a ser tan insoportable que le impidió seguir concentrado en sus pensamientos. Miró el reloj y eran las siete y diez; “Ya debería haber empezado, se están retrasando”, pensó. Y acto seguido como si le hubieran leído la mente, empezaron a sentarse los ponentes en la mesa y ella desde la tarima comenzó a presentar la conferencia anunciando al resto de acompañantes y haciendo un breve resumen de los temas a tratar. Pero él no podía enterarse, no le importaba. Sólo quería verla a ella.

Si fuera posible estaba más bella de lo que recordaba: aquel pantalón negro, y aquella blusa roja la hacían parecer una diosa. La blusa, tenía un escote que insinuaba mucho más de lo que llegaba a enseñar, tal vez eso sería una señal para decirle que estaba casada, y sentía pudor; o quizás sólo sería un juego de mujeres. Ese escote le dibujaba los senos de una forma espectacular, los mismos pechos que tantas noches de sueño le habían quitado. Y encima de esos pechos su cuello de cisne y su dulce rostro, todo en ella era perfecto para amarla.

Sus ojos castaños similares a dos luceros se hacían uno con el color de su pelo, el cual, intencionadamente, sombreaba parte de su cara. Esos ojos eran con los que soñaba cruzar una mirada y transformarla en sonrisa para devolvérsela a través del viento hasta su boca, y tal vez con la magia de aquel gesto, transmutar la sonrisa en palabras, y las palabras en amor. Pero aquellos ojos no cruzaron miradas. Él creyó que ella lo esquivaba pero era difícil saberlo con seguridad: había demasiada gente como para fijarse en alguien y estaba demasiado nerviosa para pensar en él. Pero, el principal motivo posiblemente sería que no lo recordaría.

Fueron los aplausos los que le volvieron a traer del mundo de sus pensamientos para decirle que la conferencia había salido bien. Él aplaudió como el resto, y tras unos segundos de cortesía se fue. ¿Realmente salió todo bien? ¿O sólo fue la conferencia? Porque aquel chico al acabar la conferencia se fue de allí triste, muy triste: habían estado a escasos metros, él la había mirado a los ojos, había intentado sonreírle, pero ella no se había inmutado… Aquel chico perdió la ilusión del amor por una mirada cómplice que nunca se dio.

Continuará...

1 Prometieron:

Josemy dijo...

La próxima semana la continuación del relato y por primera vez un final entre el chico y la profesora.

Gracias por estar ahí.


No tengas en cuenta mis lágrimas, pues hánse brindado para evitarles a tus ojos derramarlas ya que ahora ellos deben permanecer hermosamente abiertos por lo mucho que han de mirar y de ver.


M. Lasala