El Rincón de Los Vencidos

Nuestro Rincón, Nuestra Historia

Cómprala desde aquí

Éste es el título de mi primera novela. Como dijo Luis Landero: “Toda novela es la sombra de otra, perfecta y arquetípica, que el escritor ha vislumbrado en sus ensueños”.

Es una novela ambientada en una universidad, donde dos amantes sufren las desventuras del amor. La universidad es más que estudiar, y ellos aprenderán esa lección. Más información aquí.



Un Sueño Cumplido. Desde El Rincón a Ti.

Ese fue mi primer libro, que salió a la venta en diciembre de 2009. Si quieres adquirir un ejemplar, pincha aquí. Gracias

20 de mayo de 2010

Los Caballeros de La Dama de Cristal - Recopilación

Como muchos de vosotros sabréis, hace dos años bajo el nombre de Caballero de la Dulce Pena me batí en duelo con otros Caballeros por el Honor y la Gloria de ser elegido Caballero de Cristal, por nuestra Bella Reina La Dama de Cristal. Y como también sabréis, el vencedor fue El Caballero del Crepúsculo.

Este año, de la mano de Hannibal, y la leve ayuda de un servidor, se ha relanzado el Torneo, hemos llevado a cabo el Segundo. Al ser el segundo, hemos limado algunos fallos que se dieron en el primero, y hemos podido añadir algunas novedades más. La verdad es que ha tenido mucha acetación, y lo mejor, pude batirme de nuevo en duelo con El Caballero Inmóvil (y vencerle).

Entonces, tras el éxito y los ánimos aún muy elevados, al Equipo se nos ocurrió que podíamos hacer una recopilación de los dos blogs, de los dos torneos... Yo fui el encargado de la maquetación, Hannibal hizo los diseños, Gerardo y Marta, ganadores del primer y segundo torneo, escribieron unos versos especialmente apra el libro, tenemos palabras de Dama de Cristal también... y entre todos hicimos algo muy hermoso, muy bello.

Estas, que os dejo a continuación fueron las palabras que dejó el Equipo para anunciar que el libro estaba ya disponible en descarga directa gratuita desde: Los Caballeros de la Dama de Cristal

Para nosotros es un gran honor, venir hoy y presentarles a ustedes un pequeño libro digital en PDF en donde podrán leer a gusto en sus hogares la recopilación de nuestros dos torneos de poesía blog.

Este trabajo, gracias a Josemy, Marta Abelló y ©hannibal por las horas de trabajo que le han dedicado, para que todos nosotros podamos disfrutar un poco de bella poesía.

Este que sea nuestro regalo para todos los que quisieron acompañarnos. Saludos oh esplendido plebeyo.

¡Que el universo salve a la reina!

Sinopsis
Este libro no es más que el sueño de más de treinta blogueros, más de treinta bitácoras que un día decidieron combatir con poemas por el amor de una Bella Dama, y, más tarde decidieron seguir luchando con sus versos para llegar a alzarse con el título que los honrará por toda la vida, Caballeros y Doncellas de la Dama de Cristal.

En estas páginas encontrarás decenas de poemas, algunos intimistas, otros de amor, de ilusión, desafiantes... pero todos ellos poemas que los Caballeros y las Doncellas de Cristal quisieron regalarnos para deleite de nuestros ojos, para el deleite del Plebeyo.

Tan sólo queda disfrutar de los versos y de los sueños...
Josemy

Descargar en PDF (gratuito): Descargar Aquí

12 de mayo de 2010

Ni Una Más - II

Pero sus promesas duraron tan poco como lo que tardó en llegar su siguiente borrachera, una noche. Esta vez no hubo golpes, ni siquiera porrazos en la puerta o voces para que le abriera la puerta, esta vez quiso poseerla a la fuerza, violarla… porque lo que él quería no podía llamarse hacer el amor. Ella se intentaba resistir, pero él a pesar de estar borracho seguía teniendo más fuerza que una mujer con un brazo escayolado, y al final logró salirse con la suya. Eva aquella noche cuando él se quedó dormido tras escupir todo su semen en ella sólo pudo llorar en la ducha y jurar y rejurar que no lo perdonaría y que se iría de allí. Pero no podía hacerlo.


Ella aún lo amaba: amaba a esos recuerdos de aquel chico noble que la enamoró una vez, estaba enamorada de aquellos detalles y ahora vivía inmersa en esas reminiscencias y no era capaz de ver que pronto empezarían a llegar más golpes por no haberle hecho la comida a tiempo, o por estar fría. Y siempre tras aquellos golpes, palabras de súplica y perdón, tras ellas golpes más fuertes que los anteriores. Día tras día, noche tras noche intentando ocultar lo evidente a aquellos ojos que cuando la miraban esquivaban su mirada a otro lado para no ser conscientes de la triste realidad de Eva, para no ser cómplices de un cobarde que hacía pagar su amor con golpes. Para no tender su mano a alguien que la necesitaba.

Aún retumba en la mente de él el primer día que ella le dijo que le dejaba. Él se acercó a ella y mirándola a los ojos le dijo: “Si te vas, te mato”. Pocos días después Eva descubrió que la regla no le bajaba: se había quedado embarazada. ¿Pero cómo era posible si siempre habían usado preservativo? Menos una vez: aquella noche que llegó borracho… Él no se acordaba de aquello y cuando ella se lo dijo le embistió un tortazo que le lastimó el cuello, mientras le gritaba:

-“¡¡Ese niño no es mío!! ¡Me has sido infiel, pedazo de puta! ¡¡TE VOY A MATAR!!”

Ella lloraba e intentaba razonar con él que sí era suyo, pero él más le gritaba y más golpes le daba. Golpes que hacían retumbar a todo el bloque, y llegaba hasta los oídos sordos de sus vecinos que no hicieron nada.

Y fue un día gris de otoño cuando todo llegó a su final. Él había bebido, se había pasado toda la semana pegándole por sus estúpidos celos, por su supuesta dominación sobre ella: por su cobardía. Eva estaba cansada de intentar huir de esos golpes, de esconderse tras el sofá, en el baño, en la habitación… de no poder salir a la calle. Pero él nunca tiene suficiente: siempre encuentra algo mal hecho en sus actos y esta vez no iba a ser menos: el simple hecho de no llevarle la comida a su sitio en la mesa fue el determinante para que se levantara y fuera a darle la última paliza de su vida. Pero Eva se dirigía hasta él con las manos ocupadas, no podía defenderse: no lo necesitaba. Esta vez sus golpes serían certeros. Esta vez sería Eva quién golpearía, tan sólo tenía que apretar el gatillo con las pocas fuerzas que le quedaban tras tantos golpes en su cuerpo.
 
Y eso fue lo que hizo: apretar el gatillo, disparar al corazón de su pasado, pues, ese ser no podía considerarse ni siquiera hombre.

Hoy ha sido un día gris tintado de rojo en la vida de Eva.

Mañana al despertar todos los titulares dirán que fue un asesinato: pero sólo fue una defensa.

8 de mayo de 2010

Ni Una Más - I

Aquella noche la asaltó un extraño ruido. Su marido volvía a estar en casa y por los sonidos que estaba haciendo: borracho. Cuando se casaron él era todo lo que una mujer podía desear: atento, cariñoso, amable, nunca tuvo celos, jamás probó el alcohol… era tan especial que nadie podría haber imaginado que acabaran así. Su relación de novios duró siete años, los dos últimos los pasaron viviendo juntos y ese fue el empujón necesario para que decidieran casarse. Todo era mágico en aquellos días, hasta que la rutina fue ahogando cada instante.

Al principio sólo cambió en que estaba más interesado en salir con los amigos. A ella no le importó, pues él siempre la había dejado salir con las amigas sin hacerle ninguna pregunta. Más tarde, a los meses, empezaron algunas preguntas por parte de él, esas preguntas la incomodaban a ella pero callaba: ¿a dónde vas?, ¿con quién vas?, ¿cuándo vuelves?… A pesar de todo no le dio demasiada importancia. Seguía sin preocuparse de aquellas preguntas, aunque algunas veces él llego a decirle que su ropa era demasiado provocativa, que ella no era una simple furcia de cualquier esquina sino que era su mujer, y su mujer se vestía como él le decía y se recogía cuando él lo decía.

Lo que antes eran palabras ahora se convertían en voces, en gritos, en puñales de voz que atravesaban el corazón, pero ella no hacía nada: lo veía normal. Llegó a pensar que en los últimos meses le dedicaba poco tiempo a su marido; por eso, cuando las amigas le llamaban para salir ella les decía que no. Eva les decía que se encontraba cansada, que otro día se verían. Y mientras tanto él quedaba con sus amiguetes para tomarse un par de cervezas y por primera vez llegar a su casa borracho. A penas podía mantenerse en pie cuando llegó a su piso. Ni siquiera podía abrir la puerta o tocar el timbre, y sin importarle si los vecinos pudieran escucharlo o no comenzó a llamar a Eva a voces en el rellano, mientras daba golpes en la puerta:

-¡¡Eva!! ¡Ábrele a tu marido, joder, que estoy en la calle! ¡¡Ábreme la puta puerta!! ¡¡¡Eva, o me abres la puerta o te mato!!!

Esa fue su primera amenaza, pero Eva no le abría la puerta no podía escucharle se había quedado dormida en la habitación, y fue cuando la despertó aquel extraño ruido: unas voces. Su marido había llegado y estaba borracho. Ella fue corriendo a abrirle la puerta, temiendo que los vieran o escucharan los vecinos, pero a él no le importaba nada; cuando consiguió entrar a su casa le dio un empujón y la tiró al suelo mientras le decía:

-Para que aprendas que cuando yo llegue quiero me que abras la puerta y no me hagas esperar, puta de mierda.

Tras aquello él se metió en la habitación y se durmió como si nada, sin pensar en lo que había hecho. Al día siguiente cuando se levantó con un dolor de cabeza se encontró solo en la habitación; Eva había tenido que ir a urgencias aquella noche: se había roto un brazo con el golpe pero allí al médico que la atendió no se lo dijo, tan sólo le dijo que se resbaló cuando estaba fregando el suelo. Hecho que al médico resultó raro pero no dijo nada. Pensó que los problemas de su paciente no eran cosa suya: él bastante tenía ya con los suyos, la escayoló y le dejo que se fuera sin más preguntas, ni más investigación. Cuando ésta llegó a casa su marido estaba esperándola con el semblante serio y cuando la vio le pidió perdón por lo de la noche anterior jurándole que no volvería a pasar y que mientras estuviese escayolada él se dedicaría de las tareas del hogar para que ella descansase.

No tengas en cuenta mis lágrimas, pues hánse brindado para evitarles a tus ojos derramarlas ya que ahora ellos deben permanecer hermosamente abiertos por lo mucho que han de mirar y de ver.


M. Lasala