El Rincón de Los Vencidos

Nuestro Rincón, Nuestra Historia

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Éste es el título de mi primera novela. Como dijo Luis Landero: “Toda novela es la sombra de otra, perfecta y arquetípica, que el escritor ha vislumbrado en sus ensueños”.

Es una novela ambientada en una universidad, donde dos amantes sufren las desventuras del amor. La universidad es más que estudiar, y ellos aprenderán esa lección. Más información aquí.



Un Sueño Cumplido. Desde El Rincón a Ti.

Ese fue mi primer libro, que salió a la venta en diciembre de 2009. Si quieres adquirir un ejemplar, pincha aquí. Gracias

25 de noviembre de 2009

Contra La Violencia de Género

25 de Noviembre:
Día Internacional Contra la Violencia de Género


PD: Extraído de: http:///
PD2: Aquí en grande: http:///

17 de noviembre de 2009

Erasmus

¿Recuerdas cómo nos conocimos? Sí, de eso hace ya bastante tiempo, pero yo aún lo recuerdo a cada amanecer, cada amanecer que paso a tu lado. Cada amanecer y cada anochecer aquí tan lejos de lo que un día creí mi hogar.

Aquel año era mi segundo año de facultad en aquella gran ciudad, Madrid. Y yo apenas había empezado a oir hablar de la beca Erasmus. Sí, esa que hizo que tú llegaras hasta este país perdido en el mundo, tan cálido y distinto al tuyo. Fue en los primeros meses del primer cuatrimestre cuando te vi por primera vez en clase, para serte sincero me extrañó ver alguien como tú allí. No eras muy distinta a las demás chicas pero sí lo suficiente como para destacar un poco: tenías una piel clara y unos ojos verdes preciosos. Tu pelo moreno y largo te caía detrás de los hombros hasta la media cintura. Me impactaste qué quieres que te diga. Además, todo esto ya lo sabes.

A los pocos días de estar allí en nuestra universidad empezaste a saludarme y, a veces, hasta preguntarme alguna que otra cosa. No me lo podía creer, pero me encantaba vivir aquel sueño tan mágico. Pasaron los días, yo sólo podía pensar en tí, aunque te veía poco. ¿Recuerdas? Sólo teníamos dos clases en común, al venir de Erasmus desde Finlandia sólo te servían unas pocas asignaturas de la facultad, y de esas pocas menos aún eran conmigo. Pero daba igual, las pocas horas que pasaba a tu lado me eran suficiente.

Hubo un tiempo en el que no te vi por clase, pensé qeu si habías venido desde tan lejos, y posiblemente no volvieras a hacerlo, te gustaría conocer España, la verdad me hubiera gustado ser yo quién te la enseñara pero no fue así... al menos no aquella vez.

No recuerdo cuando fue el día que regresastes, pero sí que a los pocos días estando yo en la biblioteca estudiando, te vi desde lejos tú estabas allí con tu amiga, algunas mesas más lejos que yo. Estabas de espaldas a mí, no podías verme. Extrañamente eso me tranquilizó un poco. Y seguí estudiando, aunque no podía concertarme cada pocos segundos levantaba la cabeza para mirarte, y luego volvía a seguir estudiando. ¿Sabes?, no te lo he dicho nunca aún, pero todo fue muy raro. Yo estaba pensando en cómo podía buscar un motivo para levantarme y hablarte... y alcé la mirada y te ví a ti caminando hacia mí, esquivando como podías al resto de compañeros. Yo no entendía muy bien aquello tampoco. Pero, estaba pensando en cómo podía acercarme a tí, y fuiste tú quién lo hizo...

Me comentaste que aquella noche íbais a tomar unas cañas; sí, no puedes imaginar la gracia que me hizo que dijeras cañas, algo tan español; con unos amigos y que si yo quería ir con vosotras. Te dije que no, te mentí, te dije que tenía que irme a mi casa, y tú muy triste me pregutnaste si no podía esperarme un poco e irme más tarde, negué con la cabeza y te fuiste de nuevo a tu sitio diciendo, "bueno otra vez será".

Yo me quedé dubitativo, pensando en porqué te había dicho que no, si dentro de mí todo me llamaba a decirte que sí, que contigo a cualquier lugar. Que me moría de ganas por haber vivido algo así contigo, y ese fue el motivo que encontré para acercarme a ti. Te iba a decir que sí, que me iría contigo a tomar esas cañas, a pasar un buen rato a tu lado, y luego lo que surgiera. Aunque esto último me lo callé, pero lo pense. Te pregunté el nombre, Inkeri, me dijiste. Y me sonó tan raro que tuve que volver a preguntárle, pero conforme pasaba aquella noche me iba haciendo más a aquel nombre, e incluso llegó a gustarme tanto como el de Tarja Turunnen. Aquella noche pasó lo que tenía que pasar, lo que el cielo y las estrellas nos dejaron que hiciéramos bajo la tenue luz de sus pieles, bajo la incesante mirada de nuestros ojos.

Bebimos, nos conocimos más a fondo, nos besamos, nos fuimos solos a tu apartamento de erasmus, y allí en la terraza de tu edificio hicimos el amor. Era una noche fría pero no nos importó, el calor de nuestra piel hacía mermar el hielo. El fuego de nuestra pasión evitó que pasáramos ese frío de diciembre (sobretodo yo, tú deciás estabas acostumbrada a esas temperaturas, pero no a sentirlas tan cerca de tu piel), pero no pudo evitar que nos resfriaramos aquella noche. A la mañana siguiente me dijiste que cuado acabara el semestre te tendrías que volver a Finlandia. Yo te pregunté si no había opción de alargar la estancia, y desde aquel día estuvimos moviendo todos los hilos necesarios para ampliar la beca Erasmus por el resto del año. Para estar más tiempo juntos. Fue difícil ampliarla, había demasiadas pocas asignaturas que te servían para poder quedarte, y eso lo sabían allí en Vaasa, pero finalmente lo logramos.

Al año siguiente fui yo quién pidió la beca Erasmus para irme a Vaasa, tendría que aprender finés, pero no me importaba tú ya me habías dado algunas lecciones aquí en España. El año pasó todo lo bien que pudo pasar a tu lado. Y recuerdo que cuando acabó mi beca, volví a Madrid y pedí un traspaso de expediente con Vaasa, me iba a vivir allí a tu lado, lejos de todo, y todo gracias a unas cañas. Por eso hoy, tras cinco años viviendo juntos, tras el nacimiento de nuestro primer hijo...

Gracias por todo lo que me has enseñado en este tiempo, gracias, Inkeri, por tu amor y por acercarte a mí, aquella casualidad marcó el resto de mi vida.

10 de noviembre de 2009

Una Mirada

Ha pasado mucho tiempo desde su última vez, ella quiere creer que han sido pocos años, pero en realidad han sido varios lustros los que han estado separadas. Su amor era envidiable desde fuera, y desde dentro también. Ellas pensaban que nadie podría cambiarla. Y tenían razón: nadie la cambió. Sólo el tiempo y la distancia fueron los que la hicieron: igual que ellos las separaron, ahora el destino las vuelve a unir lejos de aquella ciudad de aguas claras y montañas a ras del mar.

Habían empezado su relación por azar tras una mirada. Laura se cruzó con los ojos de Ana, con una sonrisa. Y Ana no pudo resistirse, en el instante cuando iban a separarse sus miradas la invitó a un café, daba igual que no se conocieran de nada, ya que Laura lo aceptó. Allí, en la cafetería, fue donde empezó su complicidad, su relación y su juego de besos y caricias que desde fuera eran diferentes al resto, pero es que la gente no alcanzaba a entender su amor, y mucho menos su magnitud. Ellas eran más fuerte que todas esas voces que intentaban hacerles creer que su amor estaba mal, Ana y Laura sólo sabían que se amaban y lo harían siempre, sin importar nada.

Laura aún recuerda, como si hubiese sido ayer, cuando estaban sentadas en aquel sofá de su casa, viendo la televisión y Ana recibió una llamada de trabajo, era su jefe. Le decía que al día siguiente tenía que hablar con ella, quería ofrecerle una oferta de trabajo, según él, muy interesante. Pero para Laura no tanto. La noche siguiente Ana le se lo comentó: la oferta era irse a trabajar a Helsinki, prácticamente le cuadruplicaban el sueldo, y ella aceptó. Se iría dentro de un mes, según le prometió a Laura, en pocos meses estarían juntas de nuevo.

Durante aquel mes vivieron su amor como nunca antes lo habían hecho. Ninguna de las dos quería que llegara el día de la separación; a corto plazo sería duro estar lejos, pero a largo para las dos sería o mejor, con ese dinero extra podrían casarse: la boda que tanto había soñado, una boda por todo lo alto. Pero para ello necesitaban el dinero de Helsinki. El día que se fue Ana era mediados de octubre, en principio para San Valentín volverían a estar juntas de nuevo en España, incluso se verían en navidad...

Durante las primeras semanas hablaban todos los días por internet, permanecían en contacto. Pero a veces las horas no eran las más apropiadas para Laura, y otras para Ana. La diferencia horaria fue la primera excusa que pusieron para mermar la cantidad de veces que hablaban, hasta tal punto que con el tiempo sólo hablaban una vez a la semana, y aún no había llegado ni la navidad, hacía un par de meses que se había ido y ya estaban casi olvidándose la una de la otra.

Laura ya no es capaz de recordar que día fue el primero que Ana no respondió a los mails que ésta le mandaba. Como tampoco recuerda la primera vez que no le cogió el teléfono. Lo que sí recuerda es que la navidad se estaba acercando, y a pesar de haberse prometido que estarían juntas todo indicaba que no iba a ser así. Pasaban los días y tras escusas escuetas y llamadas sin descolgar les tocó pasar la navidad separadas, sin embargo, estaban en España las dos: pero en diferentes hogares.

Laura había abandonado su casa sin ninguna explicación, pero sobretodo sin ninguna información de dónde estaría. Ni siquiera se había llevado el móvil, éste yacía en la mesilla de noche, junto a su lado de la cama cómo si estuviera esperándola verla volver. Pero no aparecía, no volvía por aquella casa. Y su correo electrónico tampoco daba mucha más información, no existía, "Delivery Status Notification (Failure)" es la única respuesta que encontraba. Y nada, no tenía ninguna forma más de ponerse en contacto con ella. Intentó buscar a los padres, amigos en común, buscarla por sus apellidos, vecinos... pero nadie sabía nada, y llegó el día en que Ana tuvo que volver a Finlandia.

Una vez allí pidió quedarse fija en aquella sede empresarial, no quería volver a España sola. España ya no la siente su hogar lejos de Laura. Allí en Finlandia pasó catorce años esperando volverla a ver a ella por aquellas tierras: Ella sabe la dirección y podrá venir, pensaba. Pero Laura jamás apareció por allí. El último año llegó a perder toda esperanza, de nuevo en su trabajo la habían movido de sede, ya no tenía ninguna forma de encontrar a su viejo amor. Ésta vez había ido a Francia, a París.

Mientras tanto, para Laura esos catorce años fueron muchos menos, o eso fue lo que intentó pensar cuando coincidieron aquella tarde en la Torre Eiffel, Ana seguía igual de bella, igual de hermosa: No, no han pasado 14 años, han sido catorce segundos, pensó, sigue igual de hermosa.

Tras aquella mirada acompañada de una sonrisa, como antaño, Ana la invitó a un café y Laura lo aceptó y la siguió. Todo volvía a comenzar de cero para ellas en aquella ciudad del amor.

5 de noviembre de 2009

¿Realidad o Ficción?

Hoy no os traigo ningún relato (ni corto ni largo), ni ningún poema. Sino una reflexión...

Con la próxima publicación de mi primer libro algunos de mis amigos y compañeros de la facultad han podido ver la versión preliminar del libro. E incluso los que no me habían leído, han saboreado unas cuantas líneas de él. Algunos me preguntaron si el de las historias era yo. A pesar de decirles que no, volvían a insistir, "no, no soy yo". Repetía. Y luego, también muchos de vosotr@s lectores y lectoras asidu@s a mis letras me hacéis la misma pregunta, o similar. Si mis relatos son reales o ficción.

Bien, a no ser que diga lo contrario los relatos son ficción, es lo que digo siempre. Tal vez algunas veces sea cierto que éstos nacen de un momento real (Vas por la calle), o de un sueño (Cómo en un sueño), pero luego se tornan en ficción. Y llega a veces hasta puntos que ni siquiera se parece a lo que en un principio pensé (lo que me pasó con Locura, que era una segunda parte de Vas por la calle). O incluso nacen de canciones (Otro amanecer; y antes El Tren). Pero como digo, yo no suelo ser el protagonista de mis historias (Nuestra Pequeña Locura o En la Oscuridad de la Noche; sí soy yo el protagonista).

Es cierto que la mayoría de los protagonistas son personas jóvenes, de más o menos mi edad. Pero eso es por una simple razón: Cuando escribo me gusta deshacerme de Josemy, de mi vida, de mi alrededor y meterme en la piel de ese personaje, darle vida, buscarle unos sentimientos y sentirlos como míos. Y todo eso se me hace más fácil con este tipo de personajes con chavales parecidos a mí (pienso por ejemplo, en Mil y una noches;o en mi novela El Rincón de Los Vencidos).

Ésa es la razón por la que yo creo que la gente sospecha que soy yo el de las historias porque los personajes se pueden asimilar a mí en ciertos rasgos, pero también he escrito desde el punto de vista de ellas (Tarde de Otoño) o como si estuviese ya muerto (Cuando no Queda Nada, saldrá en el libro). Y otras muchas veces como si fuese el narrador de la historia (Orfeo y Eurídice). En TODOS mis textos (relatos, poemas, microrelatos, lo que sea) me intento desprender de todo y ser sólo los personajes que han de vivirla...

...pero eso no quiere decir que por muy real que parezcan hayan de serlo.

No tengas en cuenta mis lágrimas, pues hánse brindado para evitarles a tus ojos derramarlas ya que ahora ellos deben permanecer hermosamente abiertos por lo mucho que han de mirar y de ver.


M. Lasala