El Rincón de Los Vencidos

Nuestro Rincón, Nuestra Historia

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Éste es el título de mi primera novela. Como dijo Luis Landero: “Toda novela es la sombra de otra, perfecta y arquetípica, que el escritor ha vislumbrado en sus ensueños”.

Es una novela ambientada en una universidad, donde dos amantes sufren las desventuras del amor. La universidad es más que estudiar, y ellos aprenderán esa lección. Más información aquí.



Un Sueño Cumplido. Desde El Rincón a Ti.

Ese fue mi primer libro, que salió a la venta en diciembre de 2009. Si quieres adquirir un ejemplar, pincha aquí. Gracias

23 de septiembre de 2009

Impulsos

Quieres besar a esa chica que viene hacia ti. Pero no lo haces, piensas que es demasiado impulsivo.

Mejor será que beses a esa otra, tienes un par de segundos más.

15 de septiembre de 2009

Cuando Acaba un Amor

Él sentía el frío de las noches de verano, y ella el calor. Ese calor que tantas veces tiempo atrás disfrutaron juntos, ese calor que se torna en frío cuando sólo queda el amargo sabor del recuerdo.

7 de septiembre de 2009

Epístola Final


Querida Dueña de Mis Tormentos:

Quiero que sepas que te cuento todo esto para que sepas porqué estaba haciendo el amor con ella cuando nos descubriste, no quiero que te sientas aún peor ni quiero recrearme en los recuerdos y tu dolor. Sólo quería disculparme y explicarte la situación que sí era lo que parecía:

No recuerdo muy bien como, ni porqué pasé por allí aquella tarde, pero me encontré con ella. Tú en aquel momento no lo sabías, pero ella había sido mi amor platónico toda mi vida, no te lo había dicho hasta aquella tarde porqué tú para mí sólo eras una amiga que me gustaba. Más tarde me daría cuenta que por ti sentía algo más que amistad, y que tú también lo sentías por mí. Cuando la encontré sentada en aquel parque no me lo podía creer, hacía tanto tiempo que no nos veíamos que pensaba que ni siquiera me recordaría. Pero no fue así, sí me reconoció y dejando allí a sus amigos nos fuimos los dos juntos a dar un paseo.

Como te iba diciendo, me fui con ella a dar un paseo. No teníamos rumbo ninguno, ni nos importaba. Íbamos hablando sobre nuestro pasado: leves recuerdos en común, y muchos separados. Teníamos tantas cosas que contarnos y tan poco tiempo para ello que quedaron demasiadas emociones guardadas en nuestras almas. Menos una, por fin me atreví a decirle que necesitaba besarla. Esa necesidad fue devuelta por ella. Y allí, en mitad de la calle nos besamos, aunque, he de decírtelo: no la besé bien, yo no sé besar, nunca tuve la oportunidad de aprender. Ni la tendré.

Sin embargo, a ella no le importó mi poca destreza a la hora de besar y me guió hasta un portal, donde según ella vivía un amigo suyo. Pero en vez de visitar a su posible amigo nos pusimos a hacer el amor con la pasión y torpeza de dos jóvenes quinceañeros que lo hacen por primera vez. Estábamos en el rellano de aquel bloque sin saber muy bien qué hacíamos y sin saber muy bien el lugar dónde estábamos, al menos yo no tenía seguro ninguna de las dos cosas. No recuerdo bien el momento en que te vi aparecer escaleras abajo, pero eras tú y te quedaste paralizada al verme allí haciéndolo con aquella chica, cuando pudiste reaccionar te fuiste con lágrimas en los ojos sin decir nada.

Yo también me quedé atónito, no tanto como ella que pareció no sorprenderse por lo que pasaba. Me despedí de ella y la dejé allí igual que dejas a una ramera cuando has tenido sexo de una noche con ella, y fui en tu búsqueda. Ahora era ella la que estaba desconcertada, podía estar embarazada de mí y yo la había dejado sólo con un adiós, sin dejarle tiempo a decir nada más. Cuando bajé a la calle no sabía a dónde ir, ni siquiera sabía dónde estaba. Vagando por las calles logré reconocer algunos lugares de la ciudad, y te vi a lo lejos y cuando me acerqué a ti tú me esquivaste, me echaste de allí y yo no entendía muy bien la situación.

Más tarde comprendí que me habías echado de allí porque tú también me amabas, tanto como yo a ti, pero esa tarde yo había cumplido mi sueño de juventud por fin, y había probado por primera vez el sabor de unos labios y la sensación de hacer el amor con una persona que no eras tú. Sé que nunca me lo podrás perdonar, y que nunca me hubieras dejado que te diese esta carta en mano, por eso, la dejé aquí en tu portal dónde me descubriste amando a otra persona. Lo siento, siempre serás la dueña de mis tormentos.

PD: No te buscaré más en este mundo, ya es tarde para darnos una oportunidad. Quizás en el más allá tendremos la oportunidad de estar juntos.

No tengas en cuenta mis lágrimas, pues hánse brindado para evitarles a tus ojos derramarlas ya que ahora ellos deben permanecer hermosamente abiertos por lo mucho que han de mirar y de ver.


M. Lasala